Esta respuesta va más allá de la intención que se tenga sobre
los padrinos desde la fe, siendo un
análisis desde su realidad actual y funcional que realizan estos para quienes
reciben los sacramentos apadrinados. Y si a esa realidad nos remitimos, mi respuesta
sería que no.
Según el catecismo de la Iglesia Católica los padrinos de
bautismo: “deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo
bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una
verdadera función eclesial.” (1255).
En el caso del la confirmación la Iglesia a través del catecismo nos
enseña lo siguiente: “conviene que los
candidatos busquen la ayuda espiritual de un padrino o de una madrina. Conviene
que sea el mismo que para el Bautismo a fin de subrayar la unidad entre los dos
sacramentos”. (1311)
Estos aspectos de acompañamiento cargados, no lo dudo, de
buenas intenciones, a veces siento que desgasta muchas horas explicando quien
puede o no puede ser padrino (lo cual tiende a acentuar esa falsa imagen de
juez y discriminador de la Iglesia) y también burocratiza en variados aspectos
el sacramento.
El sujeto importante en el sacramento es quien lo recibe, no
quien lo acompaña y así como en la primera comunión, la confirmación es una
gracia vivencial experimentada por la fe en Dios y en su Iglesia. Diferente es
en el caso del matrimonio donde los “padrinos” cumplen una suerte de testigos
del hecho.
No deja de preocupar como los sacramentos, con el pasar de
los años, con la tecnología, la estética y las canciones, le roban a los niños
y jóvenes aspectos vivenciales notables, el silencio, el encuentro y la gracia.
Y estas reflexiones no las hago como una crítica a la Iglesia, la hago como una
reflexión desde la experiencia de catequesis y sobre todo los frutos que
estamos recogiendo de esos sacramentados. Los derivados de una formación
sacramental no siempre deben ser futuros consagrados (aunque sí deberíamos
tener algunos casos) pero sí una fe que se refleje en las familias, fortaleza
en el acercamiento a Dios y servicio. Los padrinos de hoy (no sé antes) no
suman a esto. Se han convertido en el adorno superior de una rica torta que
luego pasan al olvido pero sí son, no pocas veces, agentes perturbadores
durante la preparación; motivos de discusión y de esterilidad. Creo sería bueno
suplir los padrinos por santos, que cada bautizado o confirmando se le dé la
opción de escoger un padrino o madrina que goce de reconocida santidad por
parte de la Iglesia (canonizados) y esto quizás a la larga rinda mejores frutos que
la realidad actual. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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