viernes, 6 de abril de 2018

UNA GENERACIÓN SUICIDA



El suicidio no es algo nuevo pero, no por ello, cuando se hace noticia tras una presunción causal de muerte en una figura pública, siempre nos impacta. El día de hoy conocimos la noticia de que Alejandro Cañizales fue encontrado sin vida en su apartamento y lo segundo develado por algunos noticieros es que pasaba por un cuadro depresivo. 

No sé si se podría afirmar en un 100% pero sí creo en un porcentaje alto,  las células cancerígenas que desarrollan el cáncer del suicidio es la depresión. Y por ello, en el caminar de la historia, el suicidio ha de tener una mirada más misericordiosa de nuestra parte y a la vez de interpelación. No hablo de tener una apertura al suicidio sino de evitar los juicios a priori y menos los envíos exprés al infierno para estas almas que sin duda sufren y que han de ser bien valientes para atentar contra sus propias vidas.

El suicidio nos interpela porque la causal por depresión SIEMPRE tendrá cómplices humanos. Bien sea por falta de apoyo, traición, decisiones políticas que deprimen y oprimen a un pueblo, fracasos, etc, somos los seres humanos los que podemos hacer la vida miserable de otros, o por lo menos hacérselo sentir. Tal como señala Romanos 8: 

“También el universo espera su redención. Estimo que los sufrimientos de la vida presente no se pueden comparar con la Gloria que nos espera y que ha de manifestarse. El universo está inquieto, pues quiere ver lo que verdaderamente son los hijos e hijas de Dios. Pues si la creación está sometida a lo efímero, no es cosa suya, sino de aquel que le impuso este destino. Pero le queda la esperanza; porque el mundo creado también dejará de trabajar para el polvo, y compartirá la libertad y la gloria de los hijos de Dios”.

La pérdida de un hombre que transmitía tanta alegría como Alejandro Cañizales también nos enseña que hay alegrías externas que disimulan opresiones internas. Que no basta con el éxito, la fama, el dinero, los placeres terrenales. No basta con la felicidad natural que fácilmente deriva en una felicidad falsa (como enseña el sacerdote dominico Fray Nelson Medina). Hace falta algo más, hace falta Dios, pero un Dios bien conocido del que descubramos que jamás estamos solos, que camina con nuestros dolores, que nos consuela y nos levanta.

Alejandro, si realmente se quitó la vida, forma parte de una de las epidemias que más crece en las generaciones jóvenes de la era post moderna, la era de la tecnología, cibernética. La era de jóvenes aislados en mundos de redes, muy superfluo, muy acelerado y que por ende se hace estéril rápido. A veces los suicidios son por detección de enfermedades “incurables”, de esas que anticipan muertes con sufrimientos, degenerativas, de esas que anticipan Cruz. Una vida no entendida desde su trascendencia, su temporalidad hacia la eternidad, se puede tornar muy pesada, muy tortuosa, muy dura.

Dios bendiga y tenga misericordia del alma de Alejandro. Porque el suicidio siempre será una mala decisión. Una decisión que siendo un error me recuerda la letra de la canción de Martín Valverde “cuando te rindes” que dice en una de sus partes: “tus errores son reflejo de mi falta de dar luz”. Descansa en paz Alejandro Cañizares, Dios te bendiga, nos vemos en la oración

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

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