Historia:
Con el inicio del movimiento
independentista el 19 de abril de 1810 y la consiguiente guerra en el país, se
crea en 1810 por decreto de la Junta Suprema de Caracas una academia militar
para la formación de oficiales para la causa republicana…
Nada es eterno en esta vida y
menos aquello que carece de alma y semejanza con el Creador. Así, dentro de
tantas organizaciones e instituciones que tienen los países, que les dan
identidad y autonomía, Venezuela tuvo
una institución muy respetada y hasta admirada por su decencia e
institucionalidad llamada: LAS FUERZAS
ARMADAS.
Pero dentro de su propio seno
nació el cáncer que la destruyó, las desfiguró y, como con los ángeles caídos,
perdió su belleza y respeto. Se hizo partido político, se hizo parcial, se hizo
brazo de justicia de una ideología, manchó su uniforme de sangre ajena, de
traición y de vergüenza, se hizo horror y opresión, se hizo espalda y
oscuridad.
Sí, la muerte como decía Steve
Job, es la mejor noticia de la vida, porque cambia lo viejo por lo nuevo, renueva,
depura. El sadismo con el que nuestras Fuerzas Armadas reprimen a la propia
ciudadanía venezolana es la triste despedida que las hace salir por la puerta
de atrás de nuestra historia republicana. ¡Qué triste ser odiados por quienes
te respetaban y admiraban! Aquellos que te gritaban con júbilo: “Hosanna el
hijo de David” hoy gritan: “Crucifíquenlo”. Pero Cristo no merecía su
desprecio, ¿ustedes lo merecen?; la respuesta se las dictará su propia
conciencia.
Denuncias de violación e intentos
de violación a jóvenes, de torturas y sadismo, de asesinatos, de persecución,
no solo los hace despreciables sino necesariamente prescindibles. No
necesitamos a un ejército dentro de nuestras calles, solo a nivel fronterizo
custodiando lo que debió ser su única misión: proteger la soberanía de nuestro país.
Se les dio participación política
y ahí comenzó todo este desastre. Gritaron vítores al que los habilitó para
votar, gobernar y hacerse de ministerios. Pervirtieron su identidad y al probar
el lado oscuro de la fuerza les gustó
el deleite de un pecado que no pareciera tener consecuencias. Pero las tiene y
muy altas.
No sé si descasarán en paz. Dios
es tan misericordioso y justo que lo que él les de a cada miembro de esta
institución por agresión u omisión cómplice a mí me da paz. Solo le pido a
Dios, pasada esta locura histórica y bochornosa, que jamás Venezuela vuelva a
invertir más en armas que en educación y salud, más en arma que en arte y
cultura, más en armas que vialidad, infraestructura y servicios. Que los nuevos
soldados de la patria los veamos en la docencia, la salud y el deporte,
batallando por darle alegrías a nuestro pueblo y no esta alcantarilla de
desperdicios y anti-valores que hoy los hace indignos de aquella frase tan
loable que decía: “el honor es nuestra divisa”.
No citaré a Bolívar, citaré a mi
Dios cuando decía: “Y no temáis a los que
matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede
hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno”. Mateo 10,28
SANTO TEMOR DE DIOS
Nos vemos en la oración
Luis Tarrazzi
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