Ni el mejor estratega del mundo
superaría los excelentes y bien calculados pasos que se dieron en Venezuela
para dividir a un país entero, dividir sus instituciones y familias, dividir
inclusive al clero, fomentar la intransigencia, el desespero, el odio y la
falta de reconocimiento del otro. Pero hubo un ser que lo logró, la fuente del
odio mismo encontró cobijo en muchos corazones y colocó sucio y humedad en los
cristales que permitían reflejar la luz de Dios.
¿Venezuela vive una dictadura?,
la respuesta corta es sí, pero si se desarrolla con mayor detalle diría que lo
que hoy vive Venezuela es tan único, tan atípico, tan grotesco, tan hostil, que
prefiero catalogarlo como "la llegada al poder del mal en todo su
esplendor".
Hubo dictaduras en el continente
que aunque fueron sumamente crueles permitieron sembrar las bases de un
desarrollo a futuro, ejemplo claro la de Pinochet es Chile. Pero esto que vive
Venezuela es como que se juntaron todas las clases delincuenciales que hacían
vida en nuestra tierra y llegaron al poder por el voto popular.
Me angustia que las palabras de
algunos pastores de almas (sacerdotes), que si bien están llamadas a guiar el
rebaño, se inclinen hacer sus análisis sobre Venezuela desde una óptica
mayoritariamente política, tan social y
tan poco espiritual. El racionalismo bíblico, evangélico, (exégesis) que
algunos le imprimieron a la revelación suprimen y desestiman la presencia del
demonio, el estratega mencionado en el inicio de mi artículo, que los ha
inspirado inclusive a señalar al Papa Francisco sin medir, insisto, las
consecuencias que a futuro eso tendría para los de fe titubeante o para
aquellos que recogiendo esas palabras refuerzan las posturas antipapales de
ciertos grupos cristianos protestantes.
Uno lee frases como estas "el papa no dice nada de una oración por los muertos de las manifestaciones. No
nos da ninguna palabra de esperanza, de consuelo, de fortaleza. No se
solidariza con sus obispos, curas y religiosos amenazados. Denuncia la división
de la oposición pero no dice nada explícitamente de la responsabilidad de
gobierno ni en defensa de los derechos humanos ni de la democracia. El mal ya
estaba hecho. Aunque al día siguiente abrió el rezo del ángelus en la plaza de
san Pedro con una oración por Venezuela y sus víctimas, y el pasado día 5 de
mayo envió una carta de apoyo a la conferencia episcopal el mal sabor de boca
ya no lo quita nadie". (http://www.larioja.com/la-rioja/201...). ¿Pero
esto es tan radicalmente así? Primero porque de lo resaltado: "No se
solidariza con sus obispos, curas y religiosos amenazados”, el Santo Padre
envió un mensaje de solidaridad al Cardenal Urosa
(http://notitotal.com/2017/04/26/pap...) y sobre "el mal sabor de boca que
no se quita", no deja muy claro ese aspecto misericordioso y de caridad
que debe tener la Iglesia ante quien, cometiendo un error siempre encontrará la
posibilidad de perdón y de corrección bajo las alas de la fe:
"…aunque vuestros pecados sean
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el
carmesí, como blanca lana quedarán" (Isaías 1,18)
Todo pastor de la Iglesia
Católica, como ciudadano que padece los horrores que vivimos los venezolanos,
porque sí los vivimos y sí son HORRORES, le hace un favor al demonio, a ese que
muchos ya ni nombran en sus homilías, a ese que los ha convencido
implícitamente que aquello del pecado es tan relativo y que lo que vale es que
seamos buenos y colaboradores, sin llamado a la conversión; y le hacen un favor
porque la batalla desde la Iglesia es contra el pecado y el odio, no contra
sistemas políticos. Tenemos los gobernantes que tenemos porque no hay inculcado
en los corazones el Santo Temor de Dios, porque ya con ser amigos y enseñar que
Jesús es amor tenemos suficiente para salir adelante.
El demonio la tiene redondita.
Los llamados a la oración son tímidos pero a las protestas potentes. Los
colegios les cuesta organizar misas, rosarios donde se diga con claridad:
"Oremos por la conversión de estos gobernantes", quizás porque más
popular es decir: "Hay que sacarlos a todos". Y ojo, sí deben dejar
el poder, nos están matando de hambre, sin medicinas, sin vialidad, son unos
ineptos. Pero también veamos la otra realidad, murió Chávez, el líder y muchos
decían: "Muerto el perro se acabó la rabia", y no fue así, el mal se
agudizó porque esa corrupción e ineptitud ya está arraigada en nuestros
corazones, en nuestro ser venezolanos. Porque seguimos "marchando con
alegría" y nuestros jóvenes, que quizás han entendido la lucha con un
nivel de compromiso mayor, son los que están dejando correr su sangre en
nuestros pavimentos.
Andamos como "ovejas sin
pastor", porque esta lucha sigue siendo contra nosotros mismos, y el gran
artífice la ve desde su caverna comiendo cotufa y disfrutando su mediático
triunfo. Así como Isis, que se atribuye esos atentados de mentes huecas de
jóvenes que creen que luchan por Dios y lo hacen por sus propios vacíos,
déficits y carencias. Pero Isis tocó sus corazones y los hizo tontos útiles del
mal.
Me preocupa sentir a pastores
sociólogos, politólogos y el aspecto pastoral, espiritual, tan tímido o casi
inexistente se diluya en expresiones de amor y de encuentro. Porque nadie se
convierte a Dios si no se confronta a sí mismo. Y yo insisto, Jesús no centró
su mensaje en hablar mal del opresor Imperio Romano, el dijo a Pilatos:
"Todo el que es de la verdad escucha mi voz" y la voz de Jesús, aquel
que comió con publicanos, cobradores de impuesto y prostitutas, aquel que vino
a llamar a enfermos y no a los sanos; ese Jesús que también nos mandó amar a
los enemigos y perseguidores, hoy nos puede reclamar a los responsables
pastorales: ¿Hacia qué nuevo destino de odio y división están guiando a mis
hijos?. ¡Cuidado!, de Maduro hay que salir, pero ¿quién nos sacará el odio y la
división que ya se alberga en nuestros corazones?
No hay Paz sin Justicia, cierto,
pero no habrá justicia sin propósito de reconciliación y encuentro.
Esa tarea, pastoralmente sigue en
deuda. Aplaudo a los pastores de almas, a los que desde el altar de las misas
oran por la patria y piden la paz, el encuentro. Esos que entendieron bien esta
advertencia del único Señor y maestro: "no temáis a los que matan el
cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer
perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno". Dios los bendiga,
nos vemos en la oración
Luis Tarrazzi
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