lunes, 15 de mayo de 2017

SACERDOTES ¡CUIDADO CON LA OSCURIDAD EN VENEZUELA!



Ni el mejor estratega del mundo superaría los excelentes y bien calculados pasos que se dieron en Venezuela para dividir a un país entero, dividir sus instituciones y familias, dividir inclusive al clero, fomentar la intransigencia, el desespero, el odio y la falta de reconocimiento del otro. Pero hubo un ser que lo logró, la fuente del odio mismo encontró cobijo en muchos corazones y colocó sucio y humedad en los cristales que permitían reflejar la luz de Dios.

¿Venezuela vive una dictadura?, la respuesta corta es sí, pero si se desarrolla con mayor detalle diría que lo que hoy vive Venezuela es tan único, tan atípico, tan grotesco, tan hostil, que prefiero catalogarlo como "la llegada al poder del mal en todo su esplendor".

Hubo dictaduras en el continente que aunque fueron sumamente crueles permitieron sembrar las bases de un desarrollo a futuro, ejemplo claro la de Pinochet es Chile. Pero esto que vive Venezuela es como que se juntaron todas las clases delincuenciales que hacían vida en nuestra tierra y llegaron al poder por el voto popular.

Me angustia que las palabras de algunos pastores de almas (sacerdotes), que si bien están llamadas a guiar el rebaño, se inclinen hacer sus análisis sobre Venezuela desde una óptica mayoritariamente  política, tan social y tan poco espiritual. El racionalismo bíblico, evangélico, (exégesis) que algunos le imprimieron a la revelación suprimen y desestiman la presencia del demonio, el estratega mencionado en el inicio de mi artículo, que los ha inspirado inclusive a señalar al Papa Francisco sin medir, insisto,  las consecuencias que a futuro eso tendría para los de fe titubeante o para aquellos que recogiendo esas palabras refuerzan las posturas antipapales de ciertos grupos cristianos protestantes.

Uno lee frases como estas "el papa no dice nada de una oración por los muertos de las manifestaciones. No nos da ninguna palabra de esperanza, de consuelo, de fortaleza. No se solidariza con sus obispos, curas y religiosos amenazados. Denuncia la división de la oposición pero no dice nada explícitamente de la responsabilidad de gobierno ni en defensa de los derechos humanos ni de la democracia. El mal ya estaba hecho. Aunque al día siguiente abrió el rezo del ángelus en la plaza de san Pedro con una oración por Venezuela y sus víctimas, y el pasado día 5 de mayo envió una carta de apoyo a la conferencia episcopal el mal sabor de boca ya no lo quita nadie". (http://www.larioja.com/la-rioja/201...). ¿Pero esto es tan radicalmente así? Primero porque de lo resaltado: "No se solidariza con sus obispos, curas y religiosos amenazados”, el Santo Padre envió un mensaje de solidaridad al Cardenal Urosa (http://notitotal.com/2017/04/26/pap...) y sobre "el mal sabor de boca que no se quita", no deja muy claro ese aspecto misericordioso y de caridad que debe tener la Iglesia ante quien, cometiendo un error siempre encontrará la posibilidad de perdón y de corrección bajo las alas de la fe:

"…aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán" (Isaías 1,18)

Todo pastor de la Iglesia Católica, como ciudadano que padece los horrores que vivimos los venezolanos, porque sí los vivimos y sí son HORRORES, le hace un favor al demonio, a ese que muchos ya ni nombran en sus homilías, a ese que los ha convencido implícitamente que aquello del pecado es tan relativo y que lo que vale es que seamos buenos y colaboradores, sin llamado a la conversión; y le hacen un favor porque la batalla desde la Iglesia es contra el pecado y el odio, no contra sistemas políticos. Tenemos los gobernantes que tenemos porque no hay inculcado en los corazones el Santo Temor de Dios, porque ya con ser amigos y enseñar que Jesús es amor tenemos suficiente para salir adelante.

El demonio la tiene redondita. Los llamados a la oración son tímidos pero a las protestas potentes. Los colegios les cuesta organizar misas, rosarios donde se diga con claridad: "Oremos por la conversión de estos gobernantes", quizás porque más popular es decir: "Hay que sacarlos a todos". Y ojo, sí deben dejar el poder, nos están matando de hambre, sin medicinas, sin vialidad, son unos ineptos. Pero también veamos la otra realidad, murió Chávez, el líder y muchos decían: "Muerto el perro se acabó la rabia", y no fue así, el mal se agudizó porque esa corrupción e ineptitud ya está arraigada en nuestros corazones, en nuestro ser venezolanos. Porque seguimos "marchando con alegría" y nuestros jóvenes, que quizás han entendido la lucha con un nivel de compromiso mayor, son los que están dejando correr su sangre en nuestros pavimentos.

Andamos como "ovejas sin pastor", porque esta lucha sigue siendo contra nosotros mismos, y el gran artífice la ve desde su caverna comiendo cotufa y disfrutando su mediático triunfo. Así como Isis, que se atribuye esos atentados de mentes huecas de jóvenes que creen que luchan por Dios y lo hacen por sus propios vacíos, déficits y carencias. Pero Isis tocó sus corazones y los hizo tontos útiles del mal.

Me preocupa sentir a pastores sociólogos, politólogos y el aspecto pastoral, espiritual, tan tímido o casi inexistente se diluya en expresiones de amor y de encuentro. Porque nadie se convierte a Dios si no se confronta a sí mismo. Y yo insisto, Jesús no centró su mensaje en hablar mal del opresor Imperio Romano, el dijo a Pilatos: "Todo el que es de la verdad escucha mi voz" y la voz de Jesús, aquel que comió con publicanos, cobradores de impuesto y prostitutas, aquel que vino a llamar a enfermos y no a los sanos; ese Jesús que también nos mandó amar a los enemigos y perseguidores, hoy nos puede reclamar a los responsables pastorales: ¿Hacia qué nuevo destino de odio y división están guiando a mis hijos?. ¡Cuidado!, de Maduro hay que salir, pero ¿quién nos sacará el odio y la división que ya se alberga en nuestros corazones?

No hay Paz sin Justicia, cierto, pero no habrá justicia sin propósito de reconciliación y encuentro.

Esa tarea, pastoralmente sigue en deuda. Aplaudo a los pastores de almas, a los que desde el altar de las misas oran por la patria y piden la paz, el encuentro. Esos que entendieron bien esta advertencia del único Señor y maestro: "no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno". Dios los bendiga, nos vemos en la oración


Luis Tarrazzi

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