Juventud es sinónimo de esperanza pero no
siempre la esperanza trae consigo cambio. La esperanza y la utopía son palabras
que bien se pueden dar la mano cuando la esperanza de cambio, de algo mejor,
jamás llega.
Muchas generaciones han pasado por Venezuela
durante su período republicano, algunas de ellas han marcado puntos de
inflexión importante en el devenir de nuestra patria. Luchas por las
libertades, luchas contra la opresión, luchas por igualdad de derechos, luchas
por un mejor porvenir. Sin embargo, muchos miembros de generaciones pasadas,
luchadores, tuvieron que partir físicamente de este país viendo el fruto de sus
batallas destruidos. No quiero imaginar la tristeza que tienen que haber
padecido personajes como Arturo Uslar Pietri, Rafael Caldera, Carlos Andrés
Pérez, Simón Díaz, Jacinto Convit, Sofía Imber, solo por citar algunos, e
inclusive dictadores como Pérez Jiménez que habría visto reforzada su visión
anti partidista tras la dura realidad socio – política con la que iniciamos
nuestro siglo XXI y que se ha agudizado con el pasar de sus primeros 17 años.
Así, estimados jóvenes, creo que queda muy
claro que el problema no son las luchas, porque luchas se han dado y muchas, el
problema es que no se ha sembrado y no se ha cuidado la cosecha de esas necesarias luchas. Esta
experiencia hoy la vive la fe. ¿Quién podría dudar que el continente europeo
era casi en su totalidad cristiano?, la fe se sentía dada, indestructible. Pero
fue descuidada, envenenada por los esnobismos de los tiempos, y así hoy Europa
se pelea entre el ateísmo y el islam, con un catolicismo mermado, estéril y
casi seco.
Las batallas más arduas queridos jóvenes se
dan en las familias y en las aulas, en los procesos de formación del ser humano. Un ser que debe
conocer su pasado, los errores de sistemas que han deteriorado su país y marcar
con claridad las políticas sociales, económicas, educativas, de salud y diría
hasta de credo, que nos definan y que sean protegidas, infranqueables y
duraderas en el tiempo. Que aunque pasen gobiernos, líderes y generaciones, Venezuela
mantenga una identidad que la defina dentro de la sana pluralidad y la
disidencia que se debe respetar.
Verlos a ustedes expuestos en las calles, batallando
con militares que sin lugar a duda han deshonrado sus uniformes y a la
institución entera, verlos luchar frontalmente contra un uniformado, tratando
de devolver ese ojo por ojo y diente por diente, tratando de drenar tanta
impotencia y abusos, tanta burla y mentira, tratando de crear de nuestras
calles campos de guerra donde la victoria
se centra en hacer retroceder, agredir y llegar a metas ministeriales, pero a
su vez sabiendo que el gobierno es indiferente a estas protestas, a estas
expresiones de descontento, que además han cobrado la vida de jóvenes valiosos,
jóvenes que prometían, como tú que aún puedes leer estas líneas, un futuro
diferente para nuestra amada Venezuela, cabría la pregunta: ¿es por aquí el
camino correcto del cambio?
En las aulas le digo a mis estudiantes que
estas luchas se deben dar desde el plano educativo. Si una generación que está
próxima a graduarse de bachiller entiende con claridad que este único modelo de
hacer política que han conocido y con el que crecieron no es normal, no es correcto, y cuando ellos les toque ser
población electoral pues sabrán evitar pisar el peine de la demagogia, el
populismo, el mesianismo, el socialismo, comunismo o la extrema derecha
(definiciones que por demás estás decir no muchos tienen claro lo que
significa), si ellos además saben escoger dirigencia que defiende la vida, la
familia, la salud, la educación, que no premiarán por encima de la docencia y
la medicina a los entes castristas, al armamentismo de un país, esa para mí es
una batalla ganada. Que siembra y promete una esperanza no utópica de cambio y
de desarrollo.
Siempre lo digo, quizás ni ustedes, y menos
los contemporáneos o predecesores míos, nos tocará ser la generación de la
cosecha. Pero sin duda podemos ser la de la siembra. Seremos como ese película
llamada Passengers (pasajeros) que lleva a toda una generación a un mejor mañana
pero que como Moisés no entrará a esa tierra prometida. Ustedes jóvenes no
tienen la culpa del país que les dejamos las generaciones del siglo XX y por
eso les pido una dolorosa disculpa. Pero sí pueden ser una nueva generación del
28 (1928), una generación de cambios y libertades.
Finalmente, no dejemos a Dios fuera de esta
lucha. Creo de todo lo escrito es lo más importante. También podemos
concentrarnos para orar, para clamarle al Todopoderoso fuerza y sabiduría,
conversión para nuestros perseguidores y liberación de las garras del demonio
para quienes seducidos por el mal torturan, vejan y humillan a hombres y
mujeres de bien. No dejen que el odio contamine sus corazones. No dejen que al
mejor estilo de Star Wars el lado oscuro de la fuerza les guíe sus pensamientos
y el enorme poder que tienen para cambiar las cosas. Sean hijos de Dios,
portadores de paz, ignoren al que fomenta la división de clases y construyan
puntos de encuentros. No será la MUD ni el Gobierno el que los liberará de esta
esclavitud, será la fuerza de la verdad, que caerá y aplastará a todos los que
mintieron, robaron, persiguieron y oprimieron a un pueblo noble y hermoso como
el pueblo venezolano. Dios los bendiga jóvenes, nos vemos en la oración.
“Hay
demonios que solo salen con oración y ayuno”
Jesús
de Nazareth
Luis
Tarrazzi
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