ME DICEN QUE TE VAS
Me dicen que te despediste Fidel,
que en lo que pudo ser tu último discurso en el ya tradicional Congreso
Comunista de Cuba, expresaste palabras de un hombre que entiende que la muerte
es un fin natural común para todos. Lo diferente es cuando eso lo entiende un
creyente cristiano y un ateo comunista.
Sin duda has vivido. Decía yo con
allegados que “los Castros gobernaron
hasta que quisieron” y eso pareciera un logro político tuyo. En el ocaso de
tu vida llama la atención como tu despedida era vacía, carente de esperanza,
aludiendo a que de ti quedarían las ideas. De corazón me
gustaría apoyar tu tesis, pero algo más quedará de ti y si me lo permites, en
breves líneas te lo expresaré.
El problema principal del
comunismo radical, muy soviético, que te conquistó, es esa seducción que sienten
por el ateísmo, por negar a Dios. Así al pretender hablarte de Dios y de tu
alma, que es eterna¸ quizás
encuentre oídos sordos. Hoy tu principal enemigo no es el imperio, el capitalismo, el desarrollo, tu principal enemigo
eres tú mismo, tus ideas y, si me permites, la soberbia que todos tenemos que nos impide reconocer nuestros errores.
Tu vida fue larga pero por más
que mires al pasado solo puedes sentir, oler y ver presente. El pasado no alimenta,
no sostiene y el futuro, a tu edad, ya se siente como un regalo incierto, poco
probable. El gran problema del pasado es que sostenido por la soberbia impide
reconocer errores, doblegar posiciones, y más en una figura como la tuya que
sería impensable que muera negando lo que fue, “el gran Fidel Castro, el comunista que por más de 50 años lideró la
revolución cubana”
María, la madre de Jesús, expresó
a una vez a su prima Isabel en una oración que mi fe católica llamó “el Magníficat”: “…dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono de los
poderosos y enaltece a los humildes” aludiendo a que Dios fija su mirada en
el que se sabe nada, el que se humilla y se hace dócil al amor de Dios.
Esta carta no es para
recriminarte nada Fidel, es para invitarte a liderar la revolución más
importante de tu vida, la que te ayude a conquistar la eternidad junto a Dios.
Muchos hoy te mandan al infierno, cuando mueras celebrarán, otros verán justicia
y paz con tu partida y otros también te llorarán. Figuras como tu son amadas u
odiadas. Pero ¿qué haría Jesús contigo si se cruzara tu camino?
En su vida (los evangelios) hay
indicios. Lo que hizo con Mateo, con Zaqueo, con la Samaritana en el pozo de
Jacob, lo que hizo con la mujer adúltera, con Nicodemo, con el centurión; a todos los tocó con su amor, en algunos
casos les pidió comer con ellos y en todos logró conversión. Pero el éxito de esta
transformación no solo se debió al encuentro con Cristo, sino a la libre decisión de seguirlo, de aceptarlo,
DE RECONOCER LOS ERRORES Y PECADOS. Eso explica el por qué no todos
tuvieron ese proceso de conversión aunque veían al mismo Cristo. Caifás, Anás,
Judas Iscariote, Pilatos, Herodes, el Joven Rico, también conocieron a este
Cristo, pero sus conceptos, poderes y comodidades les impedían que “la verdad”
penetrara sus conciencias. ¿Y qué es la verdad?, podrías preguntarme como
Pilatos preguntó a Cristo, pues la respuesta la dio el mismo Jesús: “todo
el que es de la verdad escucha mi voz”.
Hay personas que podrían cuestionarme
la motivación de esta carta, y más cuando no han pasado ni 15 días del
fallecimiento de mi esposa, joven, que me hubiese gustado viviera lo que tú
viviste Fidel, mas Dios, no el azar,
dispuso un mejor tiempo para ella. Pero Jesús nos enseñó con esta parábola algo
muy importante:
“El reino de los cielos
puede compararse al amo de una finca que salió una mañana temprano a contratar
jornaleros para su viña. Convino con los jornaleros en pagarles el salario
correspondiente a una jornada de trabajo, y los envió a la viña. Hacia las
nueve de la mañana salió de nuevo y vio a otros jornaleros que estaban en la
plaza sin hacer nada. Les dijo: “Id también vosotros a la viña. Os pagaré lo
que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir hacia el mediodía, y otra vez a
las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Finalmente, sobre las cinco de la tarde,
volvió a la plaza y encontró otro grupo de desocupados. Les preguntó: “¿Por qué
estáis aquí todo el día sin hacer nada?”. Le contestaron: “Porque nadie nos ha
contratado”. Él les dijo: “Pues id también vosotros a la viña”. Al anochecer,
el amo de la viña ordenó a su capataz: “Llama a los jornaleros y págales su
salario, empezando por los últimos hasta los primeros”. Se presentaron, pues,
los que habían comenzado a trabajar sobre las cinco de la tarde y cada uno
recibió el salario correspondiente a una jornada completa. Entonces los que
habían estado trabajando desde la mañana pensaron que recibirían más; pero,
cuando llegó su turno, recibieron el mismo salario. Así que, al recibirlo, se pusieron a murmurar
contra el amo diciendo: “A estos que
sólo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos
trabajado toda la jornada soportando el calor del día”. Pero el amo contestó a
uno de ellos: “Amigo, no te trato injustamente. ¿No convinimos en que
trabajarías por esa cantidad? 14 Pues tómala y vete. Si yo quiero pagar a este
que llegó a última hora lo mismo que a ti,¿no puedo hacer con lo mío lo que
quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”.
(Mateo 20)
La enseñanza es que cualquier alma que se presuma trofeo
para Satanás nunca es tarde para arrebatársela y que alcance la vida eterna.
Que todos debemos luchar por no permitirnos odiar inclusive a aquellos que nos
hicieron daño y causaron dolor. Que tu Fidel eres una prueba de fe para muchos
que decimos amar a Jesús y que en ti hay una posibilidad real de perdonar a los
enemigos, como Cristo lo hizo en la Cruz.
Tu tiempo se acaba Fidel pero aún
no se ha acabado. Tu vida llega a un ocaso y llegas a un punto donde dos
opciones de eternidad se te presentarán, una u otra. No hay una tercera opción
de “dejar de existir”. Seguirás existiendo Fidel, de todo lo escrito es lo que
más seguro te puedo indicar. ¿Por qué lo sé?, porque Jesús nos lo enseñó, lo
certificó con su resurrección y nadie, en comunismo o capitalismo, desarrollo o
tercermundismo, en ciencia y razón ha podido negar esa verdad. Al final nacemos
con esa verdad en nuestras conciencias y corazones y lo que algunos aprenden en
su vida es a negarla. Ya esa última revolución queda en tus manos, la que te
libere del yugo del pecado.
“He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él y él conmigo”
Apocalipsis 3,20
Dios te bendiga, nos vemos en la
oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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