miércoles, 20 de abril de 2016

CARTA ABIERTA A FIDEL CASTRO




ME DICEN QUE TE VAS

Me dicen que te despediste Fidel, que en lo que pudo ser tu último discurso en el ya tradicional Congreso Comunista de Cuba, expresaste palabras de un hombre que entiende que la muerte es un fin natural común para todos. Lo diferente es cuando eso lo entiende un creyente cristiano y un ateo comunista.

Sin duda has vivido. Decía yo con allegados que “los Castros gobernaron hasta que quisieron” y eso pareciera un logro político tuyo. En el ocaso de tu vida llama la atención como tu despedida era vacía, carente de esperanza, aludiendo a que de ti quedarían las ideas. De corazón me gustaría apoyar tu tesis, pero algo más quedará de ti y si me lo permites, en breves líneas te lo expresaré.

El problema principal del comunismo radical, muy soviético, que te conquistó, es esa seducción que sienten por el ateísmo, por negar a Dios. Así al pretender hablarte de Dios y de tu alma, que es eterna¸ quizás encuentre oídos sordos. Hoy tu principal enemigo no es el imperio, el capitalismo, el desarrollo, tu principal enemigo eres tú mismo, tus ideas y, si me permites, la soberbia que todos tenemos  que nos impide reconocer nuestros errores.

Tu vida fue larga pero por más que mires al pasado solo puedes sentir, oler y ver presente. El pasado no alimenta, no sostiene y el futuro, a tu edad, ya se siente como un regalo incierto, poco probable. El gran problema del pasado es que sostenido por la soberbia impide reconocer errores, doblegar posiciones, y más en una figura como la tuya que sería impensable que muera negando lo que fue, “el gran Fidel Castro, el comunista que por más de 50 años lideró la revolución cubana”

María, la madre de Jesús, expresó a una vez a su prima Isabel en una oración que mi fe católica llamó “el Magníficat”: “…dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono de los poderosos y enaltece a los humildes” aludiendo a que Dios fija su mirada en el que se sabe nada, el que se humilla y se hace dócil al amor de Dios.

Esta carta no es para recriminarte nada Fidel, es para invitarte a liderar la revolución más importante de tu vida, la que te ayude a conquistar la eternidad junto a Dios. Muchos hoy te mandan al infierno, cuando mueras celebrarán, otros verán justicia y paz con tu partida y otros también te llorarán. Figuras como tu son amadas u odiadas. Pero ¿qué haría Jesús contigo si se cruzara tu camino?

En su vida (los evangelios) hay indicios. Lo que hizo con Mateo, con Zaqueo, con la Samaritana en el pozo de Jacob, lo que hizo con la mujer adúltera, con Nicodemo, con el centurión;  a todos los tocó con su amor, en algunos casos les pidió comer con ellos y en todos logró conversión. Pero el éxito de esta transformación no solo se debió al encuentro con Cristo, sino a la libre decisión de seguirlo, de aceptarlo, DE RECONOCER LOS ERRORES Y PECADOS. Eso explica el por qué no todos tuvieron ese proceso de conversión aunque veían al mismo Cristo. Caifás, Anás, Judas Iscariote, Pilatos, Herodes, el Joven Rico, también conocieron a este Cristo, pero sus conceptos, poderes y comodidades les impedían que “la verdad” penetrara sus conciencias. ¿Y qué es la verdad?, podrías preguntarme como Pilatos preguntó a Cristo, pues la respuesta la dio el mismo Jesús: “todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Hay personas que podrían cuestionarme la motivación de esta carta, y más cuando no han pasado ni 15 días del fallecimiento de mi esposa, joven, que me hubiese gustado viviera lo que tú viviste Fidel, mas Dios, no el azar, dispuso un mejor tiempo para ella. Pero Jesús nos enseñó con esta parábola algo muy importante:

“El reino de los cielos puede compararse al amo de una finca que salió una mañana temprano a contratar jornaleros para su viña. Convino con los jornaleros en pagarles el salario correspondiente a una jornada de trabajo, y los envió a la viña. Hacia las nueve de la mañana salió de nuevo y vio a otros jornaleros que estaban en la plaza sin hacer nada. Les dijo: “Id también vosotros a la viña. Os pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Finalmente, sobre las cinco de la tarde, volvió a la plaza y encontró otro grupo de desocupados. Les preguntó: “¿Por qué estáis aquí todo el día sin hacer nada?”. Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Pues id también vosotros a la viña”. Al anochecer, el amo de la viña ordenó a su capataz: “Llama a los jornaleros y págales su salario, empezando por los últimos hasta los primeros”. Se presentaron, pues, los que habían comenzado a trabajar sobre las cinco de la tarde y cada uno recibió el salario correspondiente a una jornada completa. Entonces los que habían estado trabajando desde la mañana pensaron que recibirían más; pero, cuando llegó su turno, recibieron el mismo salario.  Así que, al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo  diciendo: “A estos que sólo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos trabajado toda la jornada soportando el calor del día”. Pero el amo contestó a uno de ellos: “Amigo, no te trato injustamente. ¿No convinimos en que trabajarías por esa cantidad? 14 Pues tómala y vete. Si yo quiero pagar a este que llegó a última hora lo mismo que a ti,¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”.
(Mateo 20)

La enseñanza  es que cualquier alma que se presuma trofeo para Satanás nunca es tarde para arrebatársela y que alcance la vida eterna. Que todos debemos luchar por no permitirnos odiar inclusive a aquellos que nos hicieron daño y causaron dolor. Que tu Fidel eres una prueba de fe para muchos que decimos amar a Jesús y que en ti hay una posibilidad real de perdonar a los enemigos, como Cristo lo hizo en la Cruz.

Tu tiempo se acaba Fidel pero aún no se ha acabado. Tu vida llega a un ocaso y llegas a un punto donde dos opciones de eternidad se te presentarán, una u otra. No hay una tercera opción de “dejar de existir”. Seguirás existiendo Fidel, de todo lo escrito es lo que más seguro te puedo indicar. ¿Por qué lo sé?, porque Jesús nos lo enseñó, lo certificó con su resurrección y nadie, en comunismo o capitalismo, desarrollo o tercermundismo, en ciencia y razón ha podido negar esa verdad. Al final nacemos con esa verdad en nuestras conciencias y corazones y lo que algunos aprenden en su vida es a negarla. Ya esa última revolución queda en tus manos, la que te libere del yugo del pecado.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”
Apocalipsis 3,20

Dios te bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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