SIN APOLOGÉTICA NO HAY FE
Es malo, muy malo, hablar mal de
un sacerdote. En términos generales por los sacerdotes se reza y se aboga por su
fortaleza. Así que no quisiera centrarme en su ministerio sacerdotal sino, con
el respeto que se merece, en el contenido de sus ideas, ya que escuchando su
entrevista radial con la periodista Gladys Rodríguez del 25 de abril de 2016
(1:30 pm a 2:00 p.m.) cuando usted es presentado como sacerdote católico habla en representación de la fe que amo y
defiendo.
Jesucristo nos invita a amarnos,
a trabajar por los pobres, pero por
encima de todo eso a EVANGELIZAR,
porque quizás Jesús sabía que “pobres
siempre tendríamos entre nosotros pero a
él no siempre lo tendríamos” y eso no solo aplicaba a su tiempo con
nosotros sino que aplica para la vida en sí misma. Culminado nuestro tiempo en
esta vida si perdemos a Jesús ¿quién nos lo podrá recuperar?
Siempre da como escozor escuchar
a sacerdotes o religiosos hablar de luchas sociales porque en la visión
marxista de la teología de la liberación eso podría tener cabida, pero en la
realidad integral de los evangelios esa “lucha” de Jesús por los pobres por
encima de los ricos no se ve ni con lupa. El mensaje de Jesús era
elocuentemente como su reino, fuera de este mundo. Era una misión centrada en
abrirle las puertas a los pecadores, que
somos todos, de la aceptación de su labor salvífica, ya que el pecado está
presente en todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. No es un tema de
condición social sino de concupiscencia.
Yo he estado en sus homilías, le
he escuchado criticar del código de derecho canónico y sus miles de cánones,
también habla de una diferencia entre ser cristianos y católicos, porque ser
cristianos, para usted, trasciende cualquier encierro institucional religioso.
Me gustaría ver si Santa Catalina de Siena, la doctora, pensaría igual que usted.
Porque en ese puente que ella describe entre el hombre y Dios que sería Jesús,
la única tienda descrita, necesaria,
para caminar hacia Dios es la Iglesia Católica.
Los discursos cargados de
demagogia y de profundo desprecio a la institucionalidad, en nuestro caso,
religiosa, siempre calan en la fe popular. Acomodan a las personas en sus
pecados, en sus conceptos. Se entiende: “solo
importa amar” y nos hacemos populares para el mundo. Así cabe la pregunta del mesías: “¿de qué le
sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde así mismo? Sacerdotes con
magisterios paralelos, con doctrinas propias, que se sienten avanzados en sus
ideas con respecto a lo ortodoxa que es la Iglesia, esos sacerdotes caen bien
al mundo, encajan perfecto, pero ¿son pastores de Dios?
La Iglesia no es perfecta y jamás
lo será hasta la parusía del Señor, pero los que desde afuera la cuestionan y
adversan, así sea en sus tildes, comas o signos de exclamación, tampoco son
perfectos. Pero la Iglesia sí es santa
y lo es porque aquel que murió por ella (como expresa San Pablo en Efesios) lo
es.
Ahora, cuando un consagrado suma
a sus ideas empatías políticas contamina lo sagrado con lo superfluo, vacío y
estéril, eso que le ha hecho tanto daño a las sociedades y en especial a mi
amada Venezuela. Una revolución que vociferó improperios grotescos contra
cardenales y obispos, que practicó abiertamente la santería, que alimentó de odio
a un país que se caracterizaba por su camaradería, que hizo daño a empresarios,
comercios y que cual Robin Hood robó a los ricos para dar a los pobres, ese sistema
¿es defendible?, ¿no hay solidaridad por sus colegas vocacionales ofendidos?
Sus misas son famosas,
televisadas. Es una figura pública y el
gobierno confía en usted, ¿eso no debería ya indicarte que algo va mal?,
¿dónde está el desprecio y las persecuciones por ser cristianos que Jesús padeció y vaticinó para quienes
evangelizaran en su nombre? Un padre amigo decía: “cuando todo huele muy bien es porque algo está muy descompuesto”
No hay desprecio en las buenas
intenciones que manifiesta a favor de los pobres y desasistidos, esa labor la
hace la Iglesia institucional también. Pero el centro de nuestra labor
evangelizadora no son los pobres, sino las almas, la conversión, la gracia, la
aceptación amorosa y radical de Jesús como único
camino de salvación, la correcta formación sacramental, el respeto a la
Eucaristía, el amor a la Iglesia que es
VOLUNTAD DE DIOS. Los pobres tienen la mirada amorosa de Dios quien ofrece
consuelo y salvación para ellos, pero a veces esa promesa se cumple después de
la muerte como en la historia de Lázaro y Epulón.
Cuestiono cualquier postura
radicalizada en la política, bien sea a favor del gobierno o en contra (porque
también hay posiciones muy radicales de sacerdotes en contra del gobierno). Los
puntos de encuentro para reunificar a Venezuela parten por entender el DESASTRE
político y social en el que vivimos TODOS SOMOS RESPONSABLES, todos lo que pusieron sus ideas y
vivismos por encima del bien común. ¿Hay raspa cupos, bachaqueros, corruptos en
general?, claro que los hay. Y eso ocurre porque Venezuela perdió el temor de Dios, padre Numa, Venezuela ya
no teme el juicio porque hablamos mucho de la misericordia. Así Santiago nos
recuerda:
“Habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó la
misericordia, pero la misericordia triunfará sobre el juicio”
Santiago 2,13
Evangelicemos con la Iglesia
Padre Numa porque “ni las fuerzas del
infierno podrán contra ella” Así cabría la pregunta para todos: ¿de qué
lado están nuestras fuerzas? Dios lo bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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