jueves, 27 de noviembre de 2014

FAMILIAS DORMITORIO





La familia podríamos definirla como el sagrario de la fe, en ella se custodia y transmiten los valores esenciales de la vida. Quien no conoce a Dios desde su familia, desde su educación inicial, vivirá una vida de fe más difícil, caminará en un desierto, y no todos encuentran el oasis donde habita la Trinidad Santa, su morada, la familia de las familias, familia que incorpora, no como Dios sino como Madre, Sierva y Esposa, a María Santísima.

Pero la familia de los hombres es vulnerable y en ella pueden haber motores que impulsen la maldad o la apatía, y de esta última condición (la apatía) será de la que hablaré. La familia moderna vive abrumada por roles desvirtuados. Primero la excesiva ocupación de los padres genera espacios de ausencia en el hogar y luego,  como es normal, el vertiginoso ritmo de vida hace que los espacios de encuentro estén ocupados por instrumentos de distracción como la televisión, el internet, los celulares o simplemente, algo más biológico, el necesario sueño. Así, los hogares son como las ciudades que quedan apartadas de las grandes urbes y que se han denominado ciudades dormitorios.

Una familia dormitorio comparte solo el espacio, pero dentro de ese espacio hay divisiones que muchas veces son impenetrables, voluntaria o involuntariamente. En ella la comunicación es débil, justa. En ella se puede comer lo mismo pero casi nunca al mismo momento. En ella las risas son escazas, pero las hay. En ellas puede que exista la oración, pero privada, no familiar. Quizás porque invitar a otro miembro a participar de de ella nos dilataría del ya cómodo ritmo de oración que nosotros imponemos, a nuestra medida. Las familias dormitorio están juntas en el dormir aunque no comparten los mismos sueños.

No quería dejar de comentar que con el crecimiento de grupos feministas y con el mismo machismo la situación se agrava en vez de mejorar. A veces veo la radicalidad con la que estos grupos feministas defienden los derechos de la mujer “POR QUERER SER COMO LOS HOMBRES”, trabajar donde trabajan los hombres, abortar sin restricciones, control de natalidad porque “yo mujer” decido cuando ser madre (si quiero serlo). Y todo esto se suma a unos hombres que ejercen en el otro extremo violencia sobre la mujer, impidiéndole la educación, su feminidad, haciéndoles entender que son menos (como en la fe islámica). Se ha restado importancia al valor de atender el hogar por parte de la mujer, para mí, la empresa más dura y difícil de administrar. Se ha perdido el amor por ser MADRES y PADRES de familia siendo sencillamente YO, el que tiene derecho a placeres sin límites. Y ahí los hijos son accesorios, son “cosas” y no “personas” que forman parte de eso que llamamos matrimonio (si se casan) y luego familia.

Las familias dormitorio no tienen almohadas, porque el peso de la culpa les impide descansar aunque puedan dormir. Las familias dormitorio serán probablemente las más exitosas del mundo, porque todo lo habrán alcanzado con esfuerzo (casa, carros, bienes y servicios, vacaciones inolvidables) pero serán las que con el paso del tiempo vivirán más solas, se diluirán cuando sus miembros más jóvenes constituyan nuevas familias dormitorio y ya no podrán dormir con sus antigua familias, no por no querer, sino porque sus estilos de vida se los impedirán.

Ojalá Dios y la fe brillen, con humildad y paz, en nuestras familias, que aunque tengamos poco o lo justo, seamos familias para la vida y la santidad y no solo para compartir espacios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

 Lic. Luis Tarrazzi

miércoles, 19 de noviembre de 2014

¿CÓMO CONTRARRESTAR EL ISLAM?




 Tres aspectos mencionaré para abordar esta interrogante:
1) Papel de los cristianos católicos
      2)  Papel de los cristianos NO católicos
      3) Integración de nuestros hermanos mayores, la fe judía.

Prólogo para artículo:

            Mis recientes opiniones sobre el Islam, incluyendo una en audio cargada en youtube, pudieran catalogarme de un anti islamista, pero de corazón no es así. Sin embargo sí pienso que alrededor del Islam hay un rápido y creciente ascenso de fundamentalismo, de violencia y de imposición de la fe, a la fuerza, que no solo a mi debe preocupar. Nuestra fe cristiana ya vivió una etapa gris y conoce los resultados de buscar imponer la fe por la fuerza, algo que conlleva a futuro a injusticias y la percepción del desprecio a todo lo sagrado, aumentando la búsqueda del secularismo y el relativismo. Algo así como que Dios estaría siendo víctima de malos publicistas.

            Lo único que hace al islam compatible con la fe cristiana católica, a grandes rasgos, en su adoración monoteísta al Padre Creador de todas las cosas, visibles e invisibles. Y como rasgo menor que ven en Jesús a un gran profeta. A este elemento lo llamo “rasgo menor” porque, para mi pobre enfoque, no reconocer a Jesús como Dios mismo y como hijo de Dios es prácticamente no reconocerlo.

            Ante una escalada de una fe que etiqueta de “infiel” a todo el que no reconozca el Corán y que se ha ido adueñando de gobiernos y países, contaminando las mentes de jóvenes sin identidad, en su ala más extremista, debemos tener alguna reacción más allá de la pasividad.

 Papel de los cristianos católicos

            Los seres humanos por naturaleza necesitan una identidad y pienso esto aplica tanto para lo material (la conducta) como para lo espiritual. Este dualismo conforma el SER. El extremo más pobre de este existencialismo lo encontramos en el ateísmo y el secularismo y el lado más agudo en el fundamentalismo (de cualquier denominación religiosa). Así todo cristiano católico debe tener orgullo de su identidad espiritual y ese orgullo se consuma, se hace real, en la conducta humana. Como explica el apóstol Santiago: “La fe sin obra en una fe muerta”. La pérdida de esta identidad conlleva a la apatía de quizás ni siquiera plantearnos, desde nuestra militancia laica y seglar (sin generalizar) una abierta lucha al secularismo, permitiendo que crezcan corrientes religiosas como el Islam, que se presumen la mano de la justicia de Dios. El secularismo trae caos porque va de la mano con el relativismo. Al no existir nada malo, nada que cuestionar, los derechos se pisan entre sí y esto conlleva a que se busquen medidas de disciplina social fuertes y determinantes y es aquí donde el Islam toma fuerza. Es como se decía en la Venezuela de finales del siglo XX que “aquí lo que hacía falta era una mano dura como la del dictador Marcos Pérez Jiménez”; los resultados ahora nos explotan en la cara. Los cristianos católicos tenemos que activarnos no como cruzados sino desde una oración con causa, es decir, aprender primero cómo orar para luego establecer motivos de oración. Hacer dimicatios que aten las influencias del demonio en nuestras sociedades y gobernantes, hacer conciencia de la Eucaristía y su adoración sincera y sobre todo RETOMAR ESPACIOS PÚBLICOS DE FORMACIÓN donde ya la Iglesia sencillamente no tiene presencia, algo que ha hecho que estemos evangelizándonos, cantándonos y predicándonos a nosotros mismos, como dijo recientemente el Santo Padre Francisco: “estamos peinando ovejas”, añadiendo yo, a puertas cerradas y de forma segura.

Papel de los cristianos NO católicos

            Aunque creo que sonará feo esto que diré, ¡Ya basta de este infantilismo doctrinal que practican muchos protestantes de ver en la fe cristiana católica su horizonte pastoral de ataque! Cuando el verdadero mal surge por fuentes no cristianas. Muchos de estos hermanos ha preferido la pastoral sencilla (aunque duela decirlo) de sacar católicos de su fe para incorporarlos a la de ellos. No discutiré por qué están equivocados en esta postura, porque ese no es el fin de este artículo, pero sí cuestionaré que la división entre cristianos debilita la presencia y acción de Jesús como salvador en el mundo. Jesús lo advertía sobre el fracaso de un reino dividido y este concepto sí que lo ha entendido bien el diablo a la hora de contrarrestar la eficiencia de esta fe, viéndose ahora suplida por una fe islámica, desde donde hoy se cometen atrocidades criminales peores que las de cualquiera que no crea en Dios y haga el mal. Desde la fe católica el protestantismo no es percibido como una enemiga, quizás antes lo fue y ambos se hicieron mucho daño, pero en ese el cristianismo católico ha crecido y mucho. Y tenemos que unirnos sin sabotearnos, sin herirnos, mostrando el mensaje de Jesús bien sea solo desde la biblia (los protestantes) o sumando la biblia los sacramentos, la tradición y la asesoría sacerdotal (católicos)

Integración de nuestros hermanos mayores, la fe judía

            La fe hebrea, nuestros hermanos mayores en la fe (llamados así por San Juan Pablo II), son y serán siempre el pueblo escogido por Dios. De ellos heredamos el conocimiento y amor por Dios. En esta fe María y Jesús fueron formados y el cristianismo no es la sustitución de esta fe, sino en cierta forma, es su plenitud. Jesús es el mesías que esperaban los hermanos Judíos y su reconocimiento, aunque no se dio, aún está con las puertas abiertas. El judaísmo está invitado a crecer y sumarse al cristianismo y así dar plenitud al mensaje de salvación. Ellos son nuestros hermanos, hermanos de fe y salvación. Pero más allá de si esta unión está cercana o lejana de darse, lo cierto es que como aliados ante la creciente fuerza del extremismo islámico es muy importante. Es verdad que el judaísmo ha sufrido y mucho. El solo holocausto vivido en el siglo XX bastaría para que ellos no quieran saber nada de luchas y confrontaciones. Pero es que percibo que algo, peor y más masivo, que el nazismo crece en el mundo con un objetivo fijo, acabar con el cristianismo y las libertades de culto, incluyendo la fe hebrea.

            Como REFLEXIÓN FINAL hay algo que no está en los puntos de inicio pero que podría, fácilmente, ser el cuarto punto;y es la propia postura interna de quienes practican el Islam. Yo escucho mucho que no todo el Islam es así y seguramente es cierto. Pero si dentro de sus practicantes no hay un esfuerzo creíble de presentar una postura más digerible de esta fe, sobre todo a nivel de los gobiernos de credo islamista, sencillamente eso se traduciría como una complicidad interna, una placebo diplomático que buscaría atenuar las críticas sin develar el verdadero propósito del Islam (solo como reflexión). Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

domingo, 16 de noviembre de 2014

JESUS SÍ TUVO DESCENDENCIA





Recientemente he leído la noticia afirmativa de que Jesús tuvo descendencia, es decir, esposa e hijos. En esta oportunidad, la no innovadora afirmación recae en la publicación del más reciente libro sobre este tema llamado: “El evangelio perdido” Hay una extraña o terca necesidad de dar por cierto esta conjetura. Yo lo siento más por un tema de desacreditación a la Iglesia Católica que por un interés de que de verdad se conozca más sobre nuestro salvador.

Jesús, en su humanidad, pudo tener esposa e hijos. Nada se lo impedía. Siendo el hijo de Dios y Dios mismo si eso hubiese sido parte de su misión lo hubiese cumplido. Porque lo que nos abrió las puertas del cielo y nos renovó la amistad con Dios Padre fue la FIDELIDAD en la misión que Jesús tuvo en vida con respecto al sentido de su encarnación. Jesús vivió su humanidad en GRACIA, sin pecado y, ojo, de haberse casado y haber tenido hijos no hubiese sido un pecado, cumplido en ese orden y bajo un hermoso concepto de familia sagrada. Pero esto no ocurrió así y afirmarlo es sencillamente una blasfemia, una herejía.

Primero, en Jesús se cumplieron todas las profecías que había en torno a él. Su encarnación en una mujer virgen, su nacimiento en belén, su vida profética, rica en milagros y conversos, cuando por boca de él mismo afirmó el cumplimiento de una lectura que acababa de hacer (la lectura fue: “El espíritu de Dios está sobre mi y él me ha ungido para proclamar la buena nueva a los hombres…” del libro de Isaías), afirmación que casi le costó la vida en esa oportunidad. Por este camino profético resultaría bastante extraño que los antiguos profetas se les haya negado este hecho o a ellos se les haya saltado anunciar, nada más y nada menos, que el Mesías sería padre de familia.

Otro elemento es la figura paterna de Dios. Dios Padre, primera persona de la  trinidad santa (en las que confluye armónicamente el hijo (el redentor) y el Espíritu Santo (en el amor)) es precisamente el Padre CREADOR de todo y de  todos. Es Padre del Hijo, es decir, en este misterio divino de la trinidad Jesús es el unigénito del Padre pero a su vez es Dios mismo (“quien me ha visto a mi ha visto a al Padre que me envió”). Jesús de haber tenido un hijo hubiese roto el vínculo de Dios Padre con ese “hijo de Jesús” porque esa criatura tendría a Dios-Hijo como su padre. En esa criatura no encajaría el entendimiento, que nos arropa a todas las criaturas, que tenemos a un único Padre Creador. Un solo hijo de Jesús hubiese tenido una extraña realidad, solo en él. Conocería de un Dios Padre Creador pero su padre no sería este porque su padre (Jesús), que comparte los mismo derechos divinos, siendo también Dios, asumiría por derivación divina el rol del Padre solo en él. Además, los roles de las tres personas que conforman la santísima trinidad, siendo un solo Dios, están bien definidos: El Padre Creador, El hijos Redentor y el Espíritu Santo Santificador. También se ha dicho que la tercera persona de la trinidad santa surge del amor entre el Padre y el Hijo. Si del amor divino entre el Padre y el Hijo tenemos LA PERSONA del Espíritu Santo, ¿No debió también surgir algo o alguien extraordinario con carácter divino entre Jesús y su hijo? Por esta razón es sumamente ilógico que Jesús tuviera biológicamente descendencia. Hubiese dejado, por ese simple hecho, de ser El Hijo para asumir el título de padre.

Finalmente es la virtud de la castidad. Un Dios que crea de la nada, que puso en el vientre sagrada de María un ser que fue engendrado, no creado, sin que esta tuviera relaciones sexuales (dogma de la virginidad perpetua), resultaría muy extraño que María tuviese esta virtud de la virginidad pero que en su hijo (Jesús, el Mesías) no se encontrara. Quizás por la exagerada importancia que le damos al sexo, a ese contacto carnal de 5, 10, 15 o más minutos como si fuera el centro de la existencia. Quizás desde un punto de vista animal sí lo sea, pero nosotros como seres espirituales vivimos un placer más sublime que el vago y superfluo placer carnal. Quien experimenta el amor de Dios en vida (los éxtasis) viven algo insustituible, un placer indescriptible narrado por místicos como Santa Teresa de Jesús. Jesús no necesitó un hijo porque su mensaje no podría centrarse en una descendencia biológica, eso no era ni es necesario. Eso de hecho nos daría una especie de semi dios muy a la par de las historias de la mitología griega.

Pero si de descendencia de Cristo debemos hablar, esa descendencia la encontramos en su Iglesia, en su fe, en su mensaje de salvación para todos los tiempos. En cada cristiano bautizado o converso, en cada vida heroica transformada en santidad, ahí está la descendencia de Jesús. María Magdalena, la eterna “esposa” de Jesús, etiqueta puesta por los blasfemos que afirman sobre su unión matrimonial con el mesías, ella sí fue esposa de Jesús, esposa como lo son las religiosas que se consagran de por vida al salvador. Mujeres que lejos de lo carnal elevan su espíritu, por el amor y por la fe, a un nivel de placer espiritual y de regocijo que aunque pasen el peor de los martirios en esta vida saben que tienen un lugar reservado en la eternidad. No gastemos dinero ni invirtamos tiempo en leer leyendas que ofenden en esencia a nuestra fe. Fidelidad y amor a la Iglesia es el camino a la salvación. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

martes, 4 de noviembre de 2014

LA MODA BRITTANY




Pienso que ya es mundialmente conocida la historia de esta joven quien decidió quitarse la vida, de forma “asistida” para evitarse el sufrimiento de un cáncer terminal que padecía. Esto, palabras más o palabras menos es una forma de Eutanasia que pienso, no sé por qué, gracias a los medios y la gran publicidad que tuvo, se convertirá pronto en una moda.

Yo lo he decidido llamar la Moda Brittany reconociendo que no es el primer caso que ocurre, pero sin duda, en mi vida, ha sido el más resonado. Y más allá de sus razones, inválidas para mí, me preocupó ver una tendencia creciente al suicidio por parte de los jóvenes por el miedo a sufrir.

Lo primero que quisiera afirmar es que no se puede aceptar el sufrimiento sin Dios. Sin Dios el sufrimiento no tiene sentido, es injusto, estéril y en cierta forma hasta cruel. Lo segundo es que la muerte tampoco se puede aceptar sin Dios. Sin Dios la muerte es un vacío, la nada, un absurdo como lo sería nuestra propia existencia. Sería, ni más ni menos, vivir para morir.

El tema es comprender el sufrimiento y la muerte con Dios y entender a Dios desde su real existencia trina (Padre, Hijo Salvador y Espíritu Santo). Y a Dios hay que buscarlo, entenderlo y aceptarlo desde su fe, su única fe salvadora, fundada por él, para él y por la salvación de todos: la fe cristiana católica.

Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre sufrió. Y en su sufrimiento vivió etapas. En Getsemaní, para mí la peor de todas sus agonías, experimentó el abandono de Dios. Se cree tuvo una visión de lo que pronto le vendría. Vio los azotes inhumanos, vio la cruz, los clavos, la corona de espinas, las burlas y su muerte. Y previo a esto él había dicho: “no me quitan la vida, yo la entrego”. Ese sufrimiento en Getsemaní pudo desencadenar en él dos salidas: escapar o suicidarse. Pero optó por una tercera salida…seguir, enfrentar su destino incierto porque confiaba en aquel que le había enviado, confiaba en su misión y en su amor. Y ese amor no le evitó pasar por ninguno de aquellos terribles dolores, y ¡vaya que fueron terribles! Y murió. Y en ese momento nada tenía sentido, nada. Parecía otra estafa a la esperanza. Y pasaron tres largos y penosos días. Hasta que la gloria le alcanzó. Y ya no habría más dolor, más sufrimiento. Porque la muerte había sido vencida y el pecado que nos separaba de Dios ya no tendría mancha en la humanidad, porque por este acto de amor y el bautismo habíamos sido redimidos.

Hoy Brittany ha conocido el fruto de su decisión. ¿Se condenó?, no lo sé, ojalá no. Y pienso que no, no por el pobre amor de sus seres cercanos, sino por tantos CRISTIANOS que oraron por ella antes de su infeliz decisión. El suicidio es un pecado grave, un pecado contra el Espíritu Santo que como decimos en el Credo es “Señor y dador de VIDA”. Pero la misericordia de Dios es inmensa e infinita. El problema acá es que los que no somos fuertes en la vida veamos en esta decisión de Brittany una alternativa ante las adversidades de la vida. Y el sufrimiento, nos guste o no, lo entendamos o no, purifica y salva. Por eso, enfocar la vida y vivirla sin Dios es ya estar muertos y creo que fue lo que a Brittany le pasó. Pero quienes seguimos en la Iglesia Militante debemos soportar, soportar para ver la gloria sin atajos. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi