viernes, 31 de enero de 2014

VENGANZA O FE




 Debatirse entre estas dos opciones pareciera descabellado, sobre todo por ser tan antagónicas y tan distantes en valores. Uno pudiera simplemente pensar que el que tiene fe no se venga y que el que se venga probablemente no tiene fe. Pero no, como humanos y miembros de este mundo, día a día podemos debatirnos sobre la venganza o la fe. Al volante, al caminar, en el trabajo, en el hogar, etc; cada circunstancia nos puede llevar a tomar esta decisión en segundos.

La venganza nace de una percepción de que nos han dañado y que este daño fue con intención y alevosía. Toda percepción motiva una respuesta, donde la indiferencia también cuenta pero no siempre es la opción más popular. Podemos sentir que ignorar el daño que nos han infringido de no responderlo quedará impune, sin castigo. Hasta nuestra autoestima nos lanza un látigo intelectual dándonos a entender que si no actuamos seremos vistos como tontos y candidatos para abusos.

La fe por su parte la resumiré en las características más populares de Dios: Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente. Creer esto, creerlo de verdad no sólo debería erradicar de nosotros la palabra venganza sino llevarnos a vivir una vida de paz y tranquilidad. Nada se le escapa a Dios. Jesús lo dijo claramente que hasta nuestros cabellos estaban contados y no se caía uno sin que Dios lo supiera. Pero la fe nos invita a algo más grande. La fe no es trasladar nuestro deseo de venganza a un ser más poderoso que se vengará por nosotros…nada que ver. La fe es la esperanza de cambio, de conversión. Fe es amor. Fe es mirar a quienes nos agreden y verlos como “unos hijos de Dios” que están mal encaminados, pero que Dios también los ama y espera que vuelvan a su hogar, a su protección.

En la venganza solo tendremos la protección del demonio. Este logra con la venganza abarcar todas las  partes involucradas. Las guía y las lleva a hacerse iguales en el mal. En la fe solo encontraremos a Dios, su misericordia y su justicia, ambas perfectas, ambas eternas.

Ahora, y para finalizar, una plegaria para que hagamos juntos:

            “Señor, te pido que mi fe me mantenga siempre en el camino de la paz. Te pido por los que hacen el mal en cualquiera de sus formas, para que encuentren en ti un motivo para decir: “hasta aquí”, y que consigan la senda del arrepentimiento sincero y experimenten en gozo de tu perdón” Amen.

Lic. Luis Tarrazzi. 
31-01-2014

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