domingo, 5 de abril de 2015

CRISTO VOLVERÁ A MORIR






Acabamos de vivir un tiempo de cuaresma (año 2015) un tiempo que culmina recordando el éxito de Jesús sobre la muerte y el pecado.

Sí, Jesús ha resucitado, pero ¿cuánto tiempo durará vivo en nuestros corazones, en nuestras vidas?, ¿volverá Cristo a morir en nosotros?

La euforia de los que vivimos un tiempo de semana santa, cantando, leyendo, colaborando, reencontrándonos con amistades, siempre es grande. Todos terminamos con un abrazo diciéndonos: “Felices Pascuas de Resurrección”. Pero ¿qué ocurre después?

La fe puede irse desvaneciendo, la poca frecuencia para ir a la misa, de formarnos, de profundizar en nuestro conocimiento, puede ir secando esa llama de amor a Jesús y con ello Jesús morir en nuestras vidas. La semana santa puede vivirse de dos formas: resucitando a Jesús cada vigilia pascual o recordando la resurrección del Jesús cada vigilia pascual.

Si Jesús resucita en ti y en mi cada vigilia pascual hablamos de un Jesús muerto en nosotros. Un Jesús que año tras año muere y resucita. Pero si recordamos la resurrección de Jesús cada vigilia pascual es porque él ha permanecido vivo en ti y en mi cada año y junto con él celebramos su triunfo sobre el pecado y la muerte.

Esa sería la gran diferencia entre una fe cíclica y una fe en crecimiento. Nuestra fe no puede ser cíclica, tiene que ir en crecimiento. Una fe cíclica se queda en los signos, en las celebraciones. Una fe en crecimiento vive los signos y celebraciones pero en profundidad, su hace evangelio (buena nueva) en nuestras vidas. 

Caminemos con Jesús en tiempo ordinario, en adviento, en cuaresma y en pascua. Caminamos con Jesús en verde, morado, rojo y blanco. Reconozcamos, adoremos, amemos a Jesús sacramentalmente, en la Eucaristía, en el sagrario.

Mantengamos vivo a Jesús en nuestras vidas. La tumba está vacía, esa es la grandeza de nuestra fe. Y se ha quedado con nosotros, como lo prometió, todos los días en la Eucaristía, haciéndose alimento para nuestra salvación. Que Dios les bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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