viernes, 30 de abril de 2021

LA PROSA MÁS TRISTE DE WILLY MCKEY


 No me quisiera detener en lo que haya podido ocurrir en la vida de Mckey, sus errores o abusos confesos y los contextos de cada caso. Al final, como hombre que soy, considero en efecto que cualquier método de engaño para obtener un fin, siempre será una forma de abuso de poder.

 

Tampoco es menos cierto que en la actualidad manejamos una doble moral formativa que no justifica pero sí explica muchos hechos centrados en la lujuria, porque al final todo acto recreado en la mente tiene potenciales riesgos de consumarse en hechos. Así, podemos potenciar que los jóvenes se masturben viendo bastante pornografía porque es normal y luego cuando están bien podridos de sexo en sus mentes empiezan en algún momento a desear llevar la virtualidad a sus propias vidas. Hacemos “educación” sexual solo a razón de usar métodos anticonceptivos y a eso lo llamamos sexo responsable pero no contextualizamos los riesgos emocionales que puede implicar para jóvenes a muy temprana edad iniciar una vida sexual y ser presas de predadores como las que este caso, y otros que han surgido, sugieren.

 

Pero, lejos de evaluar y juzgar los hechos, sí que quiero centrarme en una noticia que me impacto mucho, el suicidio de Mckey, un escritor que por bastante tiempo tuve el gusto de escuchar en la radio, en los avances que daba de su portal prodavinci.

 

Hay una escena recreada en el evangelio de San Juan, capítulo 8, y es el pasaje de la mujer adúltera. Esta mujer llevada a los pies de Jesús le esperaban piedras porque cometió adulterio. Jesús necesitaba quedarse a solas con ella, pero primero requería cerrar el chat o esperar que ella dejara de ser tendencia. Así que a todos los que con sus piedras viralizaron el hecho y hondeaban la bandera del pudor los sacudió con una pregunta directa: “el que de ustedes esté libre de pecado, lance la primera piedra”.  Así la tendencia se fue desvaneciendo hasta el punto que otros temas sustituyeron el pecado de esta mujer, pecado grave, pero que Jesús no atendía con público. Al quedarse solo con la adúltera, Jesús le pregunta: “¿dónde están los que te hicieron tendencia?” y ella respondió: “ya no están Señor”. Así Jesús pudo construir la fórmula sanadora y liberadora a un pecador: “yo tampoco te condeno, en adelante no peques más”

 

Jesús no cambia vidas por otras. No se hace eco de las masas. Acompaña a víctimas y victimarios. Abre espacio a la conversión y con ello no anula la justicia. Hoy pienso que de toda esta historia del evangelio, parafraseada al señor Mckey, solo le faltó la presencia de Jesús. Fue develado su pecado, se hizo público. Fue llevado a la tarima donde hay muchas piedras esperando. Se opina sin contexto y se condena sin sentencias. Y esto, si bien no es causa directa de su suicidio ni hace culpable a las víctimas (confirmadas o no), influye cuando hablamos de figuras públicas. El mundo de la fama es tan superfluo que se desecha con facilidad.

 

Y vuelve mi reflexión a la médula del sentido de pertenecer a Cristo (cristianos): “El que de nosotros esté libre de pecado, que lance su primer tweet”. 140 caracteres pueden ser más dolorosos que las heridas de unas piedras bien dirigidas.

 

Dios se apiade de su alma señor Mckey, consuele a las víctimas del flagelo del abuso, permita construir caminos coherentes de formación y educación sexual, pero por sobre todo, permita un desarrollo de madurez humano en el poderoso mundo de las palabras.

 

Dios los bendiga, nos vemos en la oración

 

Luis Tarrazzi

 

 


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