Tiempos difíciles para la Iglesia siempre han existido, en
todos los siglos, desde su nacimiento. Hoy, cercanos al primer cuarto del siglo
XXI lo que podríamos decir es que vivimos tiempos masivamente difíciles. ¿Por
qué masivos?, porque hoy todo se divulga con una rapidez que en tiempos atrás
creo era difícil de imaginar.
Hablar de la evolución de la Iglesia muchos la entienden como
desecho de lo pasado y comprensión integrada del presente. Así surge la Iglesia
más reciente, la liberal. Esta tiene
sus laicos y consagrados. Es una Iglesia abierta a acoger practicamente todo lo que hoy camina en el
mundo como corrientes modernas del pensamiento.
La otra Iglesia, la de la resistencia, es la Iglesia tradicional - ortodoxa (nombre colocado
por los liberales). Es la Iglesia que puede rayar en el exacerbado predicamento
del cumplimiento de la ley. Una Iglesia dura, porque intenta ser fiel a los
fundamentos de los Padres y Doctores de la Iglesia. Es una Iglesia normativa,
blanco o negro. Esta tiene sus laicos y consagrados. Es una Iglesia cerrada a
los cambios o por lo menos celosa de los mismos.
La tercera Iglesia es la de los relativos (no confundir con los liberales). En ellos encontramos
los que con la bandera de la misericordia de Dios (que sí existe y es infinita)
se vuelven coaching adaptivos del ser. Es una Iglesia de pocos frutos de
conversión pero de las tres que he mencionado es la más exitosa y siento la que
más busca la gente. Esta tiene sus laicos y consagrados. Es una Iglesia abierta
y cerrada a los cambios (abierta a los que genera el coaching pero cerrada a
las críticas). Es la Iglesia de los "sabios" de hoy, poca consultora de las bases
doctrinales. Sabe decir lo que la gente quiere escuchar.
Aquí la frase dura mía: Ninguna
de las tres que he mencionado es la Iglesia de Dios.
Hoy más que nunca todos los
bautizados tienen que invocar los dones del Espíritu Santo, en especial
con el discernimiento, para saber oler lo que es de Dios y aborrecer lo que no
es de él. La Iglesia de Dios:
- Es
sacramental
- Camina
con el Papa, ni adelante ni atrás.
- Comprende
que somos pecadores y educa en el dolor de las faltas.
- Promueve
conversión en el encuentro con Dios
y no adaptación a realidades finitas, egoístas e intrascendentes.
- Se
forma de base en el catecismo, es conocedora de toda la Palabra de Dios y alienta a la santidad.
- Predica
la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23,23). Justicia que deriva en
salvación o condenación, misericordia porque nada nos aparta de su amor (Romanos
8:35-39) y fe que tiene como principal norte la confianza en la Providencia, en
exclusividad y fidelidad.
- No
es excluyente en el amor pero sí celosa en el practicar. No entiende el
ecumenismo como una depuración de lo no común, sino como un proceso guiado por
Dios donde el catolicismo entra plenamente.
- Es
una Iglesia donde sus laicos se comprometen con predicar lo dado, lo plasmado
en sus doctrinas y dogmas.
- Es una Iglesia humilde, pobre de espíritu,
cercana al necesitado, respetuosa y orgullosa de la vida de sus santos (muchos
de ellos mártires) honrando sus memorias por lo que defendieron y predicaron.
-No
es personalista, es cristocéntrica.
- Es
litúrgica. La misa se vive sin inventos ni excentricidades, donde todo gira en
la Eucaristía (sacramento de nuestra fe).
- Ama
a María Santísima.
- Promueve
las vocaciones, honra la castidad y defiende la vida desde la concepción hasta
la muerte natural.
- No
denigra las tendencias homosexuales pero las educa para el encuentro en Jesús,
que inspire castidad y/o sanación de heridas emocionales.
Esta lista
podría ser interminable, pero me preocupa que estos cismas sutiles que vemos
afecten la pureza de nuestra fe, una fe de Cruz, de redención, de amor y
salvación. Oremos por nuestra Iglesia Católica. Dios los bendiga, nos vemos en
la oración.
Luis
Tarrazzi
@luistarrazzi
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