sábado, 1 de abril de 2017

Y LLEGASTE TÚ


“Y llegaste tú y me sorprendió
El poder que había en este amor
Y llegaste tú una bendición
Aún recuerdo el momento en que todo cambió
Y llegaste tú y me sorprendió
El poder que hay en este amor
Y llegaste tú, una bendición
Aún recuerdo, cuando llegaste tú”

Así reza la letra del ya disuelto pero sumamente exitoso dúo Sin Bandera, compuesta por Leonel García y Noel Schajris.  Y me tomo el atrevimiento de citarla para hacerle el primer artículo y mención especial a mi primer hijo: Miguel Ángel, quien he podido concebir, con la gracia de Dios, con mi esposa Wendy Katherine.

Para hablar de ti hijo, a 9 días de tu nacimiento y cuyas líneas no sé si algún día leerás, lo haré desde mi perspectiva paterna, porque tu madre, tu bella y excelente madre, que te anheló desde que se enteró que venías en camino, que te soñaba e imaginaba, que desde que te recibió te acogió con un fiero amor, ese amor que al mirarlo en la distancia me permitía sentir esa seguridad de que si yo llegara a faltar estarías seguro en la custodia de tu legítima y única madre; esa visión no cabe en líneas, esa visión te acompañará toda tu vida. Conocer lo que tu madre siente por ti lo experimentarás cada segundo que Dios permita que ella esté a tu lado.

Yo pensaba que esta vivencia de paternidad nunca llegaría a mi vida. Y no por no desearla sino porque no se había dado, no se había podido. Tu padre, antes de llegar al oasis del corazón de tu mamá tuvo historia, tuvo vida… bueno, ¡todos tenemos una vida!

Y así recuerdo personajes de la fe que te inculcaremos y de los cuales ya te hablaré, tales como: Abraham y Sara (que no podían tener hijos), Zacarías e Isabel (que no podían tener hijos) pero que confiando en los tiempos de Dios conocieron la paternidad; y la conocieron porque “nada es imposible para Dios”.

El camino para tu llegada fue tan inesperado, tan cargado de esperanza, tan de Dios que no dudo causó perturbación en actores de mi pasado y asombro en espectadores de mi presente. No había comprendido tan bien la frase bíblica: “si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha”. (Juan 12,24) y aunque el detalle de esta particular frase te la daré en persona cuando tus oídos sepan entender mis palabras y tus pensamientos las guarden en tu pequeño corazón, sí te diré que nada en las manos de Dios es azaroso, improvisado, ni disperso.

El amor entre tu madre y tu padre es honesto, sincero. Y te puedo decir que prácticamente tú acompañaste ese amor. Germinó, creció con nosotros. Tú nos consolidaste, nos aterrizaste, nos diste una misión común. Dios nos confió tu vida y tu vida le pertenece a él, solo a él.

No quiero seas como tu mamá ni como yo, ni que imites a nadie. Hijo quiero que seas tú mismo, seas tu propio reflejo, tu propia realidad, tu propia vida. Y nosotros, a ejemplo de José y María, acompañarte, instruirte, protegerte hasta que ya, siendo hombre independiente, alces tus alas y vueles alto, muy alto. Porque en tí hay una semilla de santidad que en su momento deberás dejar germinar, nunca la dejes morir.

Naciste el día 24 de marzo, día que se recuerda a: Santa Catalina de Suecia, virgen, hija de santa Brígida, que casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, se entregó a la vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vástena, donde ella misma tomó el hábito monástico. 

Antes, esta fecha tenía por celebración a San Gabriel Arcángel, el mensajero de Dios, pero su fecha fue unida a la de San Miguel Arcángel junto con San Rafael Arcángel (29 de septiembre). En ti hay un mensaje de Dios, un mensaje de amor, de vida y de fe.

No nos escogimos hijo, nos encontramos. Parafraseando al profeta Jeremías: “Antes de que te formaras en el vientre de tu madre ya Dios te conocía y te consagró” y fuimos nosotros delegados, escogidos por Dios, para acompañar tu vida, crecimiento, formación. Pedimos juntos, como familia, la oración de quienes anhelen cosas bonitas para nosotros, agradecemos todas las bellas personas que formaron parte de la vida de tu mamá y la mía porque gracias a ellos tenemos experiencia de vida, en lo bueno y en lo no tan bueno. Alejamos de ti, con el Poder del Altísimo, cubierto por la Poderosa Sangre de Cristo, males espirituales y físicos, pedimos por la salud de tus abuelos que te aman muchísimo y clamamos a tu ángel del a guarda que siempre te mantenga seguro en la fe y cargado de enormes alegrías. Bienvenido al mundo hijo, bienvenido a la vida. Te amo. Dios te bendiga y nos veremos siempre en la oración.

La mayor protección de un hijo es la correcta fe de sus padres”
Luis Tarrazzi

Tu papá (Luis Tarrazzi)



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