Dijo una vez San Pablo a los
Gálatas, en el Capítulo 2: “Mas si aún
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo
repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema”. Y sus palabras son tan proféticas que no solo advierten para
doctrinas como el Islam, la Nueva Era, entre otras, sino también para la falsa
evangelización (si cabe el término), esas dolorosas puñaladas que provienen de personas formadas dentro del seno
católico y donde sin duda la principal carencia ha sido la falta de sentido de
pertenencia.
San Pablo, en Atenas, vivió en
carne propia los fracasos de predicar con relativismo, cuando trató de
incorporar a Cristo en la gruta del “dios desconocido”. Más tarde comprendería
que predicando con fuerza y con convicción, afirmando que solo en Cristo hay camino de salvación, lograría ganar almas para
el Reino de los Cielos.
Una fe requiere la experiencia de
verdad en feligresía, es decir, debemos sentir que lo que nos predican es verdad,
una verdad que nos llene y nos garantice, con los sacrificios y privaciones hechos,
una vida mejor, una eternidad salvífica obtenida por los méritos de Cristo, en
su vida, pasión, muerte y resurrección. Así la base de estas verdades son los dogmas, verdades que no cambian
y que le dan estabilidad a mis creencias.
Es verdad, no todo en la fe es
dogma, pero nuestra fe sin dogmas ya hace tiempo hubiese caído en las
superficialidades del mundo, en las modas, es más, se habría extinto. ¿Qué tal
si el resucitado no resucitó?, ¿Qué tal si el crucificado no murió en la cruz?,
¿Qué tal si el anunciado por el ángel no era tan ángel y la virgen tampoco tan
virgen?... en este repertorio de absurdos que pudiera ser interminable ¿en qué
creería?, ¿solo en el amor?
Usted señala, según describe el
portal Infocatolica, “«¡Qué mal si mi fe
se fundamentara en los dogmas!»” y luego en su cuenta de twitter señaló el
05 de febrero: “No conviertas en absoluta ninguna religión, todas son relativas. Y solamente
serán válidas aquellas que te ayuden a vivir amando”. Entonces cabe la
pregunta: “¿es Cristo redentor o mensajero de amor?, porque un redentor redime
de algo, de culpas, salva de la esclavitud del pecado, convierte, transforma.
El mensajero de amor da lo mismo sea Buda, Mahoma, Shakira y Obama. Esto no se
trata solo de amor, se trata de respuesta a ese amor, un amor que en Dios exige, sacrifica y transforma.
Lo mismo que le dije a Sor Lucía
Caram se lo comento a usted: Apague su
luz Padre Zapatero para que brille la luz de Cristo. Sea vela del evangelio no
luz de linterna que no da el calor de la verdad sino que solo alumbra mientras
las pilas le sostienen. Con cariño se lo digo padre, usted es manjar apetecible
para el que hoy solo sabe odiar a la fuente de amor. (http://luistarrazzi.blogspot.com/2015/05/sor-lucia-me-amas.html)
Y sobre el amor le diré las
palabras de Juan:
AMADOS, no creáis á
todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas son salidos en el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: todo
espíritu que confiesa que Jesucristo es venido en carne es de Dios:
Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo
es venido en carne, no es de Dios: y éste es el espíritu del anticristo, del cual
vosotros habéis oído que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo.
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque el que en vosotros está, es mayor que el que está en el mundo.
Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo,
y el mundo los oye.
Nosotros somos de Dios:
el que conoce á Dios, nos oye: el que no es de Dios, no nos oye. Por esto
conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Carísimos, amémonos unos á otros; porque el
amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce á Dios.
El que no ama, no
conoce á Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él.
En esto consiste el
amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó á nosotros, y
ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
(1 Juan 4, 1-10)
Dios le bendiga, nos
vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
FUENTE ORIGINAL DE LA NOTICIA:
http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=28564
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