miércoles, 22 de abril de 2015

NOS DICEN BRINCA Y NOSOTROS PREGUNTAMOS ¿HASTA DONDE?





No espero que estén de acuerdo conmigo, cada quien con sus necesidades y prioridades. Pero hasta hoy (quizás mañana no tenga opción) me niego a abrir cuenta en banca pública. ¿Por qué?, porque parte de la realidad que vivimos en Venezuela deriva de que a todos nos dicen: "Brinca" y nosotros respondemos "¿hasta dónde?.

No son las personas humildes y pobres las que, en mayoría, yo veo a diario, en mi trabajo, imprimiendo planillas para pedir ahora las solicitudes de tarjetas de crédito por el Venezuela, Tesoro, Bicentenario, al contrario, son los que se quejan, se oponen, sufren...los que tienen quizás mayor posibilidad económica los que sigan alimentando con recursos y créditos a gobiernos como este. Desde la oposición, adjetivo del cual formo parte desde hace más de 15 años, es quizás donde se han dado las mayores fuentes de ingreso y corrupción propuestas desde el gobierno. ¿Por qué?, porque alimentamos sus mercados negros, sus propuestas, las necesidades que nos obligan a sentir. Ahora nos dicen: "brinca para la banca pública" y todos estudiamos las opciones bancarias. ¿Para qué?, por los dólares obtenidos en mercados oficiales para nosotros cambiarlos a mejor precio y tener mayores fuentes de ingreso. ¿Honesto, correcto?, eso no importa ¿verdad?. Sumado al axioma: "Esos dólares son míos, o los gasto yo o se los gastan ellos".

Son las personas que alimentan el pensamiento de que este gobierno hay que tumbarlo como sea sin razonar que no se puede tumbar a quien gobierna desde el piso. No se puede sacar a un gobierno donde nosotros trancamos las puertas, con doble llave, con las adaptaciones camaleónicas que desarrollamos.
¡Cuántas personas llegan hablando pestes del gobierno y luego mandan a transcribir una carta que comienza diciendo: "Un saludo revolucionario"..y termina diciendo: "Hasta la victoria siempre"! Desdibujamos nuestro ser, nuestros principios.

Ojo, yo formo parte de esta hipocresía, no estoy juzgando a nadie, al final es una rebelión con mi conciencia, pública como será el juicio final.

Lic. Luis Tarrazzi

domingo, 5 de abril de 2015

CRISTO VOLVERÁ A MORIR






Acabamos de vivir un tiempo de cuaresma (año 2015) un tiempo que culmina recordando el éxito de Jesús sobre la muerte y el pecado.

Sí, Jesús ha resucitado, pero ¿cuánto tiempo durará vivo en nuestros corazones, en nuestras vidas?, ¿volverá Cristo a morir en nosotros?

La euforia de los que vivimos un tiempo de semana santa, cantando, leyendo, colaborando, reencontrándonos con amistades, siempre es grande. Todos terminamos con un abrazo diciéndonos: “Felices Pascuas de Resurrección”. Pero ¿qué ocurre después?

La fe puede irse desvaneciendo, la poca frecuencia para ir a la misa, de formarnos, de profundizar en nuestro conocimiento, puede ir secando esa llama de amor a Jesús y con ello Jesús morir en nuestras vidas. La semana santa puede vivirse de dos formas: resucitando a Jesús cada vigilia pascual o recordando la resurrección del Jesús cada vigilia pascual.

Si Jesús resucita en ti y en mi cada vigilia pascual hablamos de un Jesús muerto en nosotros. Un Jesús que año tras año muere y resucita. Pero si recordamos la resurrección de Jesús cada vigilia pascual es porque él ha permanecido vivo en ti y en mi cada año y junto con él celebramos su triunfo sobre el pecado y la muerte.

Esa sería la gran diferencia entre una fe cíclica y una fe en crecimiento. Nuestra fe no puede ser cíclica, tiene que ir en crecimiento. Una fe cíclica se queda en los signos, en las celebraciones. Una fe en crecimiento vive los signos y celebraciones pero en profundidad, su hace evangelio (buena nueva) en nuestras vidas. 

Caminemos con Jesús en tiempo ordinario, en adviento, en cuaresma y en pascua. Caminamos con Jesús en verde, morado, rojo y blanco. Reconozcamos, adoremos, amemos a Jesús sacramentalmente, en la Eucaristía, en el sagrario.

Mantengamos vivo a Jesús en nuestras vidas. La tumba está vacía, esa es la grandeza de nuestra fe. Y se ha quedado con nosotros, como lo prometió, todos los días en la Eucaristía, haciéndose alimento para nuestra salvación. Que Dios les bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi