sábado, 2 de abril de 2022

SEAMOS PADRES DEL PRIMER PÁRRAFO

 



Actualmente, desde el ministerio Abrazando Nuestra Fe, donde desarrollo varias actividades de formación y oración vía redes sociales, en una de esas actividades hay una  serie que he llamado: Graduados en Cristo, en la cual voy por el episodio 53. En ella, el propósito es exponer brevemente la vida de mujeres y hombres que, desde el aval católico, han sido proclamados santos, es decir, gozan de la corona que nunca se marchitará (citando a San Pablo en 1era de Corintios, 9, 24-27).

 

Es una constante, en estas vidas de santos, que al iniciar la lectura de sus vidas, previo a la reflexión, en el primer párrafo, aparezcan: su fecha de nacimiento y quiénes eran sus padres. En algunos casos destacan virtudes de ejercicio de fe, caridad, bondad, pero también no deja de ser cierto que en otros este brillo solo aparece en uno más que en otro. Luego que se hacen breves referencias de los padres, se entra de lleno en el camino de vida de estas figuras, semillas y pilares del estímulo cristiano para adherirnos al amor de Cristo.

 

Aspirar ser padres del primer párrafo es profundizar en la mirada de la formación y valores de nuestros hijos, no bajo el único deseo del protagonismo del mundo ante el reconocimiento de esa santidad, pero sí bajo el enorme orgullo de saber que Dios nos dio uno, dos o cinco talentos (hijos), y nosotros le retribuimos, de esa misma confianza, dos, cuatro o diez frutos de santidad.

 

A veces la combinación de padres no explica la calidad de los hijos, y esto aplica en ambos sentidos. Los hijos del profeta Samuel no fueron ni la sombra de lo que fue su padre. Los desvaríos de Salomón, pese a su sabiduría, no fueron acordes al respeto y temor de Dios que mostró el rey David. Pero tampoco parece lógica la combinación de padres que tuvo un Francisco de Asís para llevarlo a vivir un hambre de Dios casi hasta la locura. Pero diría que casi en todos los casos ayudaron muchísimo sociedades, sacerdotes, religiosas o formadores (maestros) que tenían presencia de Dios; y el mismo Dios que cuando se antoja va con todo su amor por ese antojo.

 

Ojalá en la biografía de mi hijo, Miguel Ángel, hijo del pecador Luis y su bondadosa madre Wendy, derive, brote la figura de un ser que llegó a Dios con un arnés de escalada y la soga que marcó la huella del camino, que permita a otros llegar al amor eterno, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo.

 

Dios los bendiga, nos vemos en la oración

 

Luis Tarrazzi